20 Oct

Hungría es el único país de Europa Oriental que puede presumir que cuenta con un vino que no solamente es famoso alrededor del mundo, sino que además tiene una calidad excepcional.

La región de Tokay o Tokaj, situada en el noreste de Hungría, cerca de las fronteras con Eslovaquia y Ucrania, se extiende sobre laderas orientadas en su mayor parte hacia el sur y caracterizada por sus suelos volcánicos, produce desde la segunda mitad del siglo XVI el vino del mismo nombre.

A pesar de que Hungría produce vinos tintos, blancos, espumosos y de postre, esta región se ha caracterizado por la producción de vinos dulces hechos a base de uvas atacadas por botritis (Podredumbre noble) y realizados con un método perfectamente cuidado durante un largo tiempo de crianza y el sistema de categorización de los vinos, basados en los niveles de azúcar residual, que mide la cantidad de uva pacificada a mezclar con el vino base mediante una medida llamada Puttonyo, con lo que logra producir vinos que incluso son codiciados por los grandes coleccionistas de vino.

La Historia

Con más de 500 años de historia, Tokaji es probablemente el más famoso de los vinos de Hungría, el cual toma su nombre de la ciudad e incluso una montaña que llevan el mismo nombre. En la Edad Media viticultores de la Toscana y Valonia (Actualmente sur de Bélgica) se establecieron en los alrededores de Tokay sin embargo, el renombre de estos vinos lo comienzan a tener a partir de finales del sigo XV.

Se cree que desde el siglo XVI ya se exportaban grandes cantidades del famoso vino de los Magiares y que en el concilio de Trento en (1562) el Arzobispo húngaro Draskovich obsequió al Papa Pio IV vino de Tokaji con lo que inició su auge.

A partir del siglo XVII, existe documentación de la primera mención del vino Aszú en el diccionario de Balázs Szikszai-Fabricius, un erudito del colegio “the Sárospatak”. Szepsi, el capellán de la real familia Rákóczi, desarrolló paso a paso, el estilo del Tokaji aszú, hasta finalmente llegar en 1650 a lo que hoy se conoce como la perfección.

En 1670 se da primera clasificación de viñedos del mundo por Halápi, muchos más a seguir en los próximos siglos, incluidos Bél's en la década de 1720; en 1730 se realiza la demarcación donde la Royal Charter enumera 22 ciudades / pueblos como parte de la región Tokaj.
Tokay no fue la excepción en la pandemia de la Filoxera a finales del siglo XVIII, la replantación posterior aseguraron el dominio de las variedades de Furmint y Hárslevelű.

La producción y calidad del vino se vieron seriamente afectados posterior a la caída del imperio Austro-Húngaro en 1918 y especialmente durante la época comunista se nacionalizaron todos los viñedos, el final de la primera guerra mundial, la reforma agraria de 1945 en la que se dejaron en manos de cooperativas agrarias los viñedos, fueron décadas en las que la calidad del vino de Tokaji no mejoró además de que se escaseó en Europa Occidental debido a la política de aislamiento.

Para la década de los 90’s Hungría comienza a recibir inversiones extranjeras, principalmente de Francia, España y Alemania, que vuelven a darle impulso a la producción y sobre todo a la calidad de los vinos de Tokaji.

En 2002, la Zona Vitivinícola de Tokay es reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Los estilos de Vino de Tokaji

Tokaji Tiene 8 estilos de vino autorizados para la Región que son Aszú, Szamorodni, késői szüret, Fordítás, Máslás, Essencia / Eszencia, Pezsgő, los más comunes y que son fáciles de encontrar fuera de la región, son los Aszú, que son vinos elaborados con Uvas atacadas por Botritis, Un hongo que pacifica las uvas y que como resultado se obtienen vinos dulces (Con azúcar residual de cuando menos 120 g/l), el caso de los Eszencia, son los vinos de mayor calidad ya que el jugo de las uvas botritizadas y pacificadas es el que se obtiene de la presión de éstas mientras están esperando a ser fermentadas, logrando un nivel de azúcar de mínimo 450 g/l y su producción es muy limitada lo que los hace estar entre los más caros del mundo.

 

Autor: Oscar Alejandro Rodríguez Paz

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